Varney Lake: mucho más que una historia de vampiros
El nuevo pixel-pulp de la gran dupla Saraintaris y Ruppel es simplemente brillante, con una atrapante historia y unas ilustraciones magníficas.
Si suelen leer nuestras reseñas, vamos a parecer un disco rayado, pero nos parece tan importante que un juego te atrape desde el primer minuto, que cuando realmente sucede, no vamos nunca a dejar de alabarlo. Varney Lake, fuera de su hermoso estilo visual y diseño, tenía unos pocos segundos de haber comenzado y ya nos tenía encandilados como un ciervo ante una luz brillante, no podíamos movernos de la silla, queríamos, necesitábamos, conocer todo lo que ocurría.
La expectativa anticipada, después de lo que disfrutamos el fantástico Mothmen 1966, iba a ser difícil de superar, pero el estudio argentino L.C.B. se encarga de mostrarnos que sus Pixel Pulps, como decidieron llamar a sus novelas gráficas, solo están mejorando con cada entrega.
Las dos mitades del estudio vuelven a brillar, cada uno en lo suyo. Nicolas Saraintaris ha escrito otra genialidad, una historia que nos recuerda clásicos de Stephen King, historias que esperas que sean de terror pero son más historia de la vida de los adolescentes que la protagonizan que del vampiro, en este caso, que acecha. Fernando Martínez Ruppel aporta sus ilustraciones, magníficas, con un pixelart de baja resolución y una paleta reducida de colores que le dan esa estética que nos remonta a otra época que muchos vivimos, una época de monitores voluminosos CGA.
Al igual que en su primer juego, esta, principalmente, novela visual está entrelazada con algunos minijuegos donde L.C.B. nos muestra que sus decisiones estéticas van más allá, en ellos, los controles son 100% a través sus menús de pantalla, que hoy dan una primera impresión de limitante de la experiencia, pero en realidad marcan exactamente lo que sus creadores intentan transmitir. ¿Podemos discutir si disfrutarías más los minijuegos pudiendo usar el mouse para interactuar en ellos? Si, pero nuestra sugerencia es que te entregues a las limitaciones de otra época y te sumerjas en la experiencia.
Para los que nos quedamos con ganas de saber más de lo que sucede en Mothmen 1966, hay un giro interesante, con la participación en la historia de Lou Hill, el escritor caído en desgracia del anterior pixel-pulp. Aparte de ponernos al día de algunos sucesos, sirve como nexo dentro de Varney Lake para unir dos partes de la historia de esta entrega, separadas por varios años, pero siempre centrada en Christine, Doug y Jimmy, los tres adolescentes, con sus pasados complicados, que no querían que ese verano terminase, aunque pareciese siempre igual, sin poder cumplir lo que se proponían o sufriendo por no lograr confesar su amor.
Completar Varney Lake debería llevarte unas dos horas, más el tiempo que te quedes enganchado tratando de ganar los minijuegos, donde otra vez se luce un adictivo juego de cartas. Me saco el sombrero con LCB aquí, por la forma en la que el simpático Doug te presenta el juego, como Christine logra ver sus errores y cómo más adelante en la historia ella misma te cuenta como ganarlo haciendo trampa, solo para hacerte sentir que no fuiste capaz de darte cuenta de ese simple truco!
Varney Lake te ofrece mucho más que una historia de vampiros, es una fantástica nueva entrega de una dupla perfecta, que solo nos hace esperar con más ansias Bahnsen Knights, el que será su próximo juego. No es común que quieras volver a empezar nuevamente un juego apenas lo terminas, pero déjennos decirles que Varney Lake logra esto, para buscar sus otros finales, para apreciar su arte y descubrir todos sus pequeños detalles y releer algunos diálogos.