Far Cry 6: menos realismo, más diversión
Con esta nueva entrega, sin grandes cambios de enfoque, Ubisoft sigue abrazando la exageración, lo inverosímil, y el resultado es más y mejor diversión. Esta es nuestra reseña de Far Cry 6.
Ubisoft tiene varias franquicias enormes, que si bien comparten ideas que funcionan bien en la fórmula general de la empresa francesa, cada una posee un estilo particular. Un estilo que, con mejoras y ajustes, buscan mantener en cada entrega. Far Cry es una de estas grandes sagas, que a medida que pasa el tiempo se aleja más y más de un estilo serio, algo que cada vez le funciona mejor. Gracias a esto, Far Cry 6 es de las entregas más divertidas que nos ha traído Ubi aunque por su ambientación, es inevitable que reciban varias críticas.
A diferencia de muchos otros juegos de mundo abierto, Far Cry 6 no te hace esperar para sumergirte la acción. A los pocos minutos desde que comienza, te pone en contexto, te da un par de armas y te manda a pelear contra todo lo que se te cruce. Una misión después, te da un cocodrilo de compañero para ayudarte a derrocar a Anton Castillo, el malo de turno, interpretado por el conocido Giancarlo Esposito. Un rato después, ya tendrás un Supremo, tu mochila lanzadora de cohetes para enfrentarte a tanques y ejércitos completos.
Como verán, acá no se trata de buscar realismo, acá todo es exageración con un foco en la diversión, algo que el juego de Ubisoft Toronto ha logrado, para nuestro gusto, mejor que en entregas pasadas si nos centramos en la acción. Mirando el juego como un todo, esto es algo que choca bastante con la historia, que tiene tonos serios y escenas que denotan la gravedad de una dictadura atroz y despiadada, pero todo lo que lo rodea es lo opuesto. Ese ida y vuelta entre una realidad desgarradora y la acción exagerada terminan no siendo la mejor combinación.
¿Acción o sigilo?
Autos, camionetas, jeeps, camiones, motos, cuatriciclos, helicópteros, aviones, jetskis y lanchas están todas al alcance para darte variedad a la hora de recorrer el enorme conjunto de islas que conforman Yara y para encarar las misiones desde distintos enfoques. Como siempre, el sigilo da sus frutos, especialmente cuando las bases son capaces de llamar ayuda rápidamente, pero acá si las cosas no salen como esperás, no hace falta recargar una partida, es momento de sacar todo el armamento, pedirle ayuda a tu compañero y dejar que haya más explosiones que en una película de Michael Bay. Lo que si difiere de anteriores juegos es que muchas de las misiones, tal vez por diseño deliberado, parecen obligarte a ir por un enfoque mixto, comenzando con sigilo para desactivar alarmas y las principales amenazas, porque si tu intención es empezar por la confrontación abierta, las cosas se ponen tan complicadas que el éxito no siempre es alcanzable. Esto no siempre ayuda al juego, porque donde mejor parece funcionar es cuando todo es descontrol y explosiones.
Les dije que empezábamos con un cocodrilo como compañero, pero a las pocas horas de juego vas a poder liberar al verdadero héroe de Yara: Chorizo, el perro salchicha. No me importó a quién liberé más adelante en el juego, Chorizo fue el elegido para mis aventuras, siempre me sacó una sonrisa cuando lo veía. Si nos ponemos un poco más serios, una de las razones por las que terminé usando a Chorizo es porque los compañeros no hacen mucha diferencia, en juegos pasados influían más en las misiones, pero esta vez si bien colaboran, vas a estar más tiempo sacándoles fotos que dándoles instrucciones. Como detalle, es una lástima que a excepción de las motos con sidecar, no se suba a los vehículos para acompañarte mientras recorres el mapa, es casi inhumano abandonar al pobre Chorizo mientras uno recorre grandes distancias en un helicóptero. ¡Estuviste muy mal ahí Ubi!
Aparte del abandono de Chorizo, no hay muchas cosas que funcionen mal en Far Cry 6. Es casi inevitable que aparezcan bugs en un juego tan grande, afortunadamente en las horas que estuve recorriendo las islas caribeñas, solo encontré cosas menores, aunque si hay un par de situaciones que vienen siendo recurrentes desde hace ya varios juegos. Lo curioso es que todas suceden en los diferentes caminos del juego.
La primera es que si estás detenido en un vehículo obstruyendo parcialmente el paso, la inteligencia artificial se vuelve algo loca para pasarte, siendo capaz de estrellarse al maniobrar o simplemente trabarse contra una montaña. De forma similar, aunque les des espacio mientras manejas, todos parecen creer que les estás pasando a un centímetro, se asustan o tocan bocina como si los fueras a chocar. Estas cosas resultan algo molestas pero son menores. Lo que sí puede transformarse en algo irritante es que al liberar un punto de control en un camino, o simplemente al ponerte a pelear con algún vehículo enemigo, es inevitable que comiencen a llegar de forma incesante más y más vehículos enemigos. Llega un punto en que hay un cementerio de vehículos kilométrico y la mejor alternativa es alejarse para frenar la locura, aunque es una buena manera de nivelar tu personaje haciendo explotar por los aires cuanto vehículo se acerque.
Si jugaron otros Far Cry, se habrán dado cuenta que la escencia de su fórmula sigue intacta, algo que para los que buscan un poco de diversión transforma al juego en una apuesta segura, pero para el público que pide una evolución o cierta innovación de una entrega a otra, como la vimos en Assassin's Creed Origins, por ahora no la van a encontrar en Far Cry. Contenido sobra en el juego, con muchas regiones por recorrer, cientos de misiones por hacer, puntos de control para liberar, carreras, peleas de gallos, animales para cazar, lugares para pescar y búsquedas del tesoro con algunos puzzles para obtener armas especiales.
Como les decíamos en el primer párrafo, es inevitable que el juego reciba varias críticas. No nos referimos a críticas por su apartado técnico o por su jugabilidad o qué tan divertido es, sino por su historia y sus inspiraciones. Yara es una isla caribeña, productora de tabaco, con una infraestructura en ruinas, vehículos de la década del ’70, fronteras cerradas y dominada por un dictador. Yara es Cuba. No hay absolutamente ninguna duda. ¿Es esto un problema? Para algunos, sí, pero vamos a dejar que ellos expliquen el porqué.
Dejando de lado las polémicas y hablando del juego en sí, solo podemos decir que hasta ahora nos hemos divertido mucho jugando Far Cry 6. La posibilidad de mezclar sigilo con acción desbordada, siempre acompañados de nuestro fiel compañero Chorizo, junto a la variedad de armas y vehículos, hace la experiencia muy entretenida. La fórmula sigue siendo la misma de siempre, con mucho contenido disponible y se vuelve una recomendación fácil para los que buscan esto en la saga. Eso sí, el contraste de la historia que busca de a momentos ser seria, exponiendo atrocidades desafortunadamente comunes en nuestra región, cuando todo lo que la rodea, incluídos muchos de sus personajes, son lo opuesto a esta seriedad, plantean la discusión si ya no es hora de transformar a Far Cry en una fiesta de acción inverosimil, enfocada 100% en esto. Probablemente el resultado final sería más cohesivo sin dejar de atraer al mismo público de siempre más los que esperan cierta renovación de la saga.