Demon's Souls, te odio!

Una de mis deudas era jugar el juego que definió todo un género y el remake de Playstation 5 fue la mejor excusa para saldarla. Me encontré con el videojuego con la relación amor-odio más fuerte que he tenido.

Si bien compré una Playstation 3 al final del ciclo de esa generación para jugar varios de sus exclusivos, por algún motivo nunca llegué a probar Demon’s Souls. Siempre lo tenía en los primeros puestos de mi lista de “que vergüenza que nunca lo jugué” y con los rumores de un remake se quedó en esa lista hasta hace poco. Durante la prueba que hicimos de la Playstation 5, finalmente busqué saldar esa deuda, aunque me encontré con la relación amor-odio más fuerte que he tenido con un videojuego, donde muchas veces ganaba el odio.

Empecemos por algo que tal vez le moleste a varios pero que me parece relevante. Demon’s Souls es el peor Souls. No lo es por sus niveles, ni por sus jefes, ni velocidad, ni sus armas, ni sus enemigos. Demon’s Souls es el peor Souls porque a diferencia de las siguientes entregas de From Software, no posee el mejor equilibrio entre frustración y satisfacción.

De alguna manera esto es lógico, fue el primero, y muchos aspectos fueron refinados, balanceados y ajustados en los siguientes títulos. Las cosas que funcionaban bien se mantuvieron, las que no tuvieron buena aceptación o resultaron injustas se cambiaron o eliminaron por completo. Este remake del juego es solo un cambio estético. Todo lo que hizo al original lo que era, para bien y para mal, sigue ahí, bugs y exploits incluídos.

¿Qué es lo terrible? Lo peor, por lejos, es la falta de bonfires intermedios entre el comienzo del nivel y un jefe. Los souls tienen su encanto en que, aunque los enemigos y jefes no son los más brillantes ni aparecen en diferentes lugares en cada recorrida, su alta dificultad debe ser vencida a través de descubrir sus patrones, sus ataques, sus debilidades, idear estrategias. Esto significa que cada jefe requiere probablemente de varios encuentros hasta saber cómo superarlo. En los títulos más nuevos, en mayor o menor medida, una vez que llegas a un jefe, volver a acceder a esas peleas era cuestión de unos breves segundos. Demon’s Souls requiere que atravieses el nivel completo para hacerlo, algo que significa que en algunos casos son 5 minutos de una relativamente cuidadosa recorrida para llegar con suficientes hierbas para recuperar tu vida.

Y acá está otra de mis críticas. No existe el estus flask o similar, la vida se recupera con consumibles y aunque los drops no son raros, esto no ayuda en la experiencia y el flujo del juego, porque te obliga en ocasiones a dedicarte a farmearlos.

Para sufrir menos, la salida fácil sería ver alguna guía sobre los jefes del juego, para prepararme mejor para los encuentros, ir equipado con el arma o hechizos adecuados, pero eso sería arruinar justamente lo que más disfruto de los juegos de FromSoftware. No hay nada como recorrer sus niveles tan bien diseñados, encontrar atajos, secretos y objetos que me van contando la historia y dejar todo listo para el encuentro final. Esa exploración es algo que disfruto incluso más que los enfrentamientos con los jefes. Este amor por la fórmula se pone a prueba en Demon’s Souls.

Probablemente habría sido muy iluso esperar que Miyazaki hubiese autorizado hacer algunos ajustes a unas de sus obras maestras, pero no dejo de pensar en cuánto se hubiese beneficiado el título al incluir aspectos que sin duda hacen que la experiencia sea, al menos para mi gusto, considerablemente mejor. Entiendo la decisión, incluso la comparto de cierta manera porque preserva lo que significó el juego, pero de la misma forma que hay gente que pide un modo "fácil" - que merece una discusión aparte - yo pido un modo "moderno".

Como lo dije al principio del artículo, Demon’s Souls me genera la mayor relación amor-odio que he tenido con un videojuego. Por un lado me hace pensar que fue diseñado con una obsesión para que lo abandone, que termina frustrándome sobremanera porque atenta contra la forma en que disfruto estos títulos, pero por otro, mucho de lo que me hizo engancharme con estos juegos está ahí.

Es un título que definió todo un género, que posee un diseño increíble, que desborda creatividad, es un juego que aunque te castigue de forma injusta, te enamora profundamente y es un título al que, por algún motivo, siempre querés volver. 

Demon’s Souls, te odio, pero también te amo, y no voy a descansar hasta que te pueda derrotar.