Ion Fury: hail to a new King?
Haciendo magia con un engine de más de 20 años, 3DRealms nos trae un FPS con acción sin pausa y una alta dosis de nostalgia.
Había una época donde los first person shooters no te trataban sutilmente, donde la vida no se recuperaba sola y donde todo era acción frenética, nada de físicas realistas o IA complejas, solo disparos y velocidad. Esa época se mantuvo viva con una serie de fanáticos de las buenas viejas épocas que siguieron trayéndonos niveles, conversiones totales y proyectos geniales, como lo hizo el mismo John Romero para el Doom original.
Usando el Build Engine, donde vimos títulos fantásticos en los 90s como Duke Nukem 3D, Shadow Warrior y Blood, la gente de 3D Realms nos trae una auténtica joya de otra época, que lo coloca entre los clásicos de este motor gráfico. Sería injusto darle una posición en un raking, porque en mi mente y distorsionado por emociones y recuerdos algo difusos a esta altura, Blood sigue siendo el mejor, después de todo, es casi imposible competir con un juego donde podías pelear contra mimos, mientras el personaje te decía que los odiaba, cómo no sentirse identificado, no?
Habiendo pasado los 40 años hace rato y siendo gamer desde que tengo uso de razón, mi experiencia seguramente será diametralmente opuesta a alguien que no vivió esa primera época de los FPS. Es lógico, Ion Fury es una experiencia “pura”, o básica dependiendo del punto de vista, con el foco puesto en el clásico “run and gun” de una época pasada, del que algo probó un público nuevo con el lanzamiento de Doom en 2016.
El equipo de Voidpoint Interactive, los desarrolladores del juego, está compuesto por algunos de los modders más destacados del Build Engine y se nota. Es simplemente impresionante lo que han logrado. El nivel de detalle de los sprites de los enemigos (si, sprites, 2D, acá no hay nada de 3D) y los trabajos de iluminación son una carta de amor al género. Con varios trucos, le sacaron todo el jugo que podían a un engine que ya tiene más de 20 años.
Para los canosos, hay una nostalgia permanente durante las 10 horas que dura el juego, que empieza incluso antes del primer nivel, con una descarga que pesa solo 90 megas! Esa nostalgia es alimentada en el juego por mil y una referencias geniales a otros juegos, películas y la cultura de los 90s. Vas a recordar a Duke, Blood y hasta Quake, y películas como Terminator y Tron con su Flynn’s Arcade.
Tu personaje, Shelly "Bombshell" Harrison, cuenta con un arsenal variado, con 9 armas que no quedan en el olvido gracias a un buen diseño de niveles y enemigos que te hacen ir cambiando entre todas ellas, especialmente si aceptás el estilo de juego rápido, corriendo entre enemigos y disparando a diestra y siniestra, una buena receta para quedarte sin municiones e ir rotando entre tu arsenal.
El enfoque del juego es más “serio” que Blood o Duke Nukem, nos enfrentamos a las creaciones del tradicional científico loco, lo que hace que tanto armas como enemigos tengan un diseño más tradicional, pero no es algo que perjudique al juego. En donde Shelly se parece a Duke es que va tirando frases en distintos momentos que te van a sacar una sonrisa.
Como era de esperar, en algunos lugares el engine impone sus limitaciones, algo que más que nada lo vas a notar con los bosses y sus mecánicas simples, pero la acción sin pausas no te va a dejar pensar mucho en eso. Hay que entender que Ion Fury no busca llevar al género a otro nivel y no tiene sentido criticarlo por no hacerlo, busca recrear la experiencia de los shooters de los 90s y es algo que logra a la perfección.
La acción frenética combinada con la alta dosis de nostalgia hace que cualquier que vivió los comienzos del género lo disfrute de punta a punta. De la misma manera, es una buena oportunidad para los más jóvenes de revivir otra época, con sus aciertos y fallas. Los FPS han evolucionado considerablemente, pero disfrutar de Ion Fury te hace pensar en cuantas cosas siguen siendo iguales.