Gorn: mucha sangre, algo de sudor y ninguna lágrima

Devolver Digital le cortó los cables al divertido Gorn y lo lanzó para Oculus Quest. Este es nuestro review.

La realidad virtual es una plataforma ideal para hacernos sentir inmersos en recreaciones híper realistas o fantásticas o hacernos creer que estamos realmente sentados en la butaca de un Fórmula 1 o un avión sobrevolando cualquier ciudad. Pero, por suerte, no todos los títulos se toman las cosas en serio. Gorn es un juego de peleas caricaturesco donde nada se toma en serio y eso lo hace genial!

Después de haber estado en early access por un buen tiempo, el juego fue lanzado en 2019 para PC y Playstation y hoy Devolver Digital lo libera de todos los cables para llegar al Oculus Quest, donde lo estuvimos probando durante horas con mucha sangre, algo de sudor y ninguna lágrima, para contarles qué nos pareció.

Empecemos por contarles de qué se trata. Gorn es un juego de peleas donde toda la acción se concentra en una pequeña arena en la que iremos enfrentando oleadas de enemigos equipados con diferentes tipos de armas, escudos y armaduras. Tanto los personajes como las armas son, como les contaba antes, caricaturescos, al punto que armas como las hachas tienen mangos flexibles y los enemigos tienen torsos gigantes pero pies mínimos y se mueven acorde a eso, como si fueran T-Rex que en lugar de bracitos les tocaron piecitos en el reparto de la vida.

Aunque ese estilo gráfico es muy divertido, vas a encontrarte con lluvia de sangre y partes volando en tus encuentros, así que si pensás en dejar que algún chico juegue, la buena noticia es que podés desactivar esas opciones para que sea algo menos violento.

Tenés básicamente dos formas de jugar Gorn. En una de ellas, vas a ir pasando enfrentamiento tras enfrentamiento en la arena, para ir liberando nuevas armas y conociendo nuevos enemigos. Para terminar cada nivel vas a tener algún desafío y un jefe a vencer. Una vez que lo hagas, el juego te permite volver a jugarlo para mejorar tiempos y lograr algún desafío extra, pero también habrá liberado todas esas novedades que viste en un modo endless completamente configurable por el usuario. A la selección de enemigos y armas, se le suma la posibilidad de cambiar la gravedad, el tamaño de los personajes y varias opciones más que transforman los encuentros.

Hay solo dos cosas, menores, que no me convencieron del todo. La primera son los controles de movimiento, al menos como vienen por defecto, que por suerte se pueden cambiar. Tal como arranca el juego, para moverte tenés que tocar un botón y luego mover el control en el aire en la dirección que querés ir, algo que funciona bien en distancias cortas pero no cuando querés ir de un lado a otro de la arena o escapar de un enemigo. Un rápido cambio soluciona eso y podés hacer como yo e ir por lo tradicional con el thumbstick. El otro punto con el que sufrí un poco fue tratando de lanzar cuchillos u objetos a mis enemigos. Las físicas obviamente no buscan ser realistas, sino que priorizan la diversión, pero la mayoría de las veces no podía acertar con un cuchillo a nadie, y eso que los enemigos son gigantes!

Lo más importante al final del día es que de la misma forma que están pensadas las físicas está diseñado todo el juego: priorizando la diversión, y en eso, el juego brilla. No pidas una historia interesante o una simulación de la trayectoria de una flecha, acá todo se trata de acción, risas y cosas que no tienen sentido (como las geniales tenazas de cangrejo con la que despedazarás enemigos!). Si estás buscando un juego de esos que podés agarrar en cualquier momento y divertirte por unos minutos, Gorn tendría que estar entre tus mejores opciones.

 

Solo a modo de disclaimer, porque si buscan van a encontrar miles de fotos de televisores rotos, dedos ensangrentados y controles partidos, voy a decirles lo mismo que les advierte su Quest cada vez que se lo ponen: alejen bien cualquier cosa del área de juego, en los momentos en que la acción se vuelve más intensa y te atacan de todos lados, vas a empezar a girar y pegar sin parar, y en esa euforia, más de uno ignoró los límites del guardián o se olvidó del ventilador de techo!